martes, 13 de noviembre de 2018

Fotos que no se pueden digerir fácilmente

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Desde hace mucho tiempo los investigadores aseguran que a nuestro cerebro no le gusta demasiado reflexionar sobre lo que ven nuestros ojos. Es más fácil para la conciencia imaginar en el lugar de lo incomprensible algo que ya conoce, en vez de desperdiciar energía estudiando un objeto nuevo. Es por eso por lo que a veces, en lugar de una rama de árbol, vemos la pata de un monstruo, y las sombras de objetos inanimados nos parecen rostros. Pero en otras ocasiones, lo que sucede no le deja al pobre cerebro la oportunidad de descubrir qué es lo que está enfrente suyo, sin importar lo mucho que se esfuerce.




















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